Para ayudar a aclarar la confusión que rodea a los elogios, aquí hay algunos ejemplos y sugerencias sobre cuánto y por qué debe alabar a los niños:
Elogio conservador. Los niños que son elogiados en exceso a menudo se "enganchan" a la aprobación externa, y siempre necesitan ser estimulados para sentirse bien. Por ejemplo, Jennifer tenía 7 años cuando sus padres buscaron la ayuda de un consejero familiar. Estaban convencidos de que ella había desarrollado una baja autoestima.
"¿Qué te dice eso?" preguntó el consejero.
"Ella busca elogios todo el tiempo", dijeron. Deseando que creciera sintiéndose bien consigo misma, los padres de Jennifer comenzaron a darle grandes dosis de elogios a una edad temprana. Cayeron en lo que se puede llamar el "Síndrome de Cheerleader", elogiándola por casi todo lo que hizo. Mientras más elogios recibía, más exigía.
Tenga cuidado al alabar a los niños "problemáticos". Los elogios pueden ser contraproducentes con los niños que tienen antecedentes de problemas de conducta. Por ejemplo, los maestros de Alex se habían quejado de su comportamiento desde que comenzó la escuela. Sus padres, maestros y un consejero diseñaron un plan que vinculaba los privilegios (no las recompensas) en el hogar con el buen comportamiento en la escuela.